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Dino y Aldana: "No queríamos irnos a dormir todas las noches sin nada para recordar"

Actualizado: 12 ene 2019

¿Alguna vez pensaste en dejarlo todo para cumplir tu sueño? ¿Y si ese sueño fuera viajar por el mundo? Dino Feldman y Aldana Chiodi dejaron de lado los miedos, las estructuras y el qué dirán para disfrutar la vida de otra manera. En 2009 emprendieron su primer viaje sin fecha de retorno, y desde ese entonces no pararon. Hoy viven como familia viajera junto a su hijo Tahiel de cinco años haciendo magia, llevando adelante un proyecto social a distintos rincones del mundo y escribiendo en su blog de viajes “Magia En El Camino”. Juntos ya conocieron casi 50 países. .




“Nosotros no queríamos esperar al fin de semana para estar felices y contentos. Queríamos disfrutar todos los días de la semana, que todos los días fueran viernes”, relata Aldana en referencia al por qué de su decisión.

Ella es geógrafa social, periodista, editora y aprendiz de fotografía de viajes. Él, ingeniero en sistemas, mago, buzo y fotógrafo aficionado. Se conocen hace 17 años, que según Dino parecen 18, y hace cinco tienen a Tahiel, un terremoto que regala sonrisas por doquier. En un colorido departamento de Villa Devoto, donde transcurre su vida en pausa, nos contaron su historia, sus viajes, anécdotas y cómo es una familia viajera.

La historia tiene sus comienzos en 1999, cuando se conocieron. A los dos les gustaba viajar y el sueño de Dino siempre había sido vivir viajando por el mundo. Todos los años ahorraban para irse a algún lugar interesante: China, Marruecos, Cuba, México, Guatemala. Pero cada vez que volvían, él estaba como decepcionado, no quería llegar a casa.


¿Por qué estudiaste sistemas si no era lo que te gustaba?


Dino – No es que no me gustaba. Lo que no me gustaba era para donde iba rumbeando mi trabajo. Fue cambiando y terminó con un gran nivel de estrés. Mi teléfono sonaba todo el día, toda la noche, todo el tiempo. Nadie respetaba mis horarios, y no tenía vida. Sábado tres de la mañana, domingo a las ocho de la mañana…

Por un lado, había un constante clima de angustia y malestar por lo laboral. Por el otro, cada vez que volvían, se despertaba en ellos la idea de vivir viajando. “Él siempre tenía esta idea. De chico había ido a recorrer las embajadas, siempre se iba al sur y volvía justo cuando empezaban las clases, no sabía ni que había anotarse en la universidad, cuando le preguntaban que quería ser grande decía turista, él tenía muy en claro esto del viaje”, cuenta la periodista


2006 fue el año del viaje que les voló la cabeza. Una amiga que vivía en Hong kong los había invitado a su casa. Ese año se propusieron juntar plata y, a falta de algunos pesos para comprar uno de los dos pasajes, sacaron un crédito de $5000 y se fueron.



A su regreso, nada volvió a ser lo mismo. “En 2007 nos casamos, 2008 perdimos un embarazo. Y eso, sumado al hecho de que él estaba cada vez más deprimido, había empezado una terapia, y yo estaba bastante cansada de que se quejara todo el tiempo, porque estaba con mala onda. Entonces le dije: hagámoslo, vámonos”, recuerda Aldana.


En ese momento empezó el verdadero viaje. Vendieron el auto, un par de cosas que les quedaban, alquilaron el departamento, y empezaron a pensar de qué podían vivir. Además de la terapia, Dino había empezado cursos de magia para poder despejarse, y esa fue precisamente la salida. La magia los ayudó, no solo a ganar plata para pagar los gastos durante los viajes, sino también para llevar alegría a chicos de distintas escuelas rurales del mundo.


En otra entrevista, Dino dijo que el día que empezaron a viajar se murió quien él era y nació quien hoy es. ¿Quién era antes y quién es ahora?


Dino – Murió el ingeniero y nació el mago básicamente. Uno lleva su mundo a donde va. Soy el mismo pero con otra forma de ver muchas cosas. Que haya nacido esto de hacer magia para regalar, cuando para mí la magia era una herramienta de financiamiento. La emoción que nos generó, principalmente a mí, haber hecho magia en esas escuelitas rurales por nada. Cuando trabajé hasta un viernes, viaje un sábado y a los tres días estaba haciendo magia en Río. Mi cabeza era un remolino. Luis, nuestro amigo brasilero, le mostraba a los chicos dónde íbamos a ir en un globo terráqueo y nosotros no teníamos idea, fue muy fuerte. Me veo ahora y me da vergüenza. Era el mismo tipo que hacía tres días estaba trabajando de ingeniero y ahora no me sonaba más el teléfono. ¿Como podía ser que el mundo seguía girando y yo no estaba más ahí para hacer que gire?



¿Qué creen que hace falta para tomar la decisión?


Aldana – Yo creo que tomás la decisión de hacer lo que te gusta, ya sea viajar o hacer cualquier otra cosa, cuando te das cuenta que la vida es corta y que se termina. Tomás conciencia de eso y decís: La estoy viviendo para el orto.


¿Y la diferencia entre los que deciden dejar todo y los que no, radica en los que se dan cuenta y los que no?


Dino – tiene que ser mucho más pesado eso que el miedo o la incertidumbre.

Aldana – Yo creo que se divide en dos cosas. Primero, darte cuenta que no estas conforme con lo que te gusta. Después, animarte a cambiar.

Dino – Pueden estar contentos o no con lo que hacen, pero muchos no se lo plantean. Porque la zona de confort te impide plantearte cosas. Mucha gente cambia su escala de valores o prioridades cuando tiene algún suceso grave en su familia. Es eso, cuando se te sacude el avispero. El tipo que estaba todo el tiempo guardado, tiene al hijo internado, y no le dan las horas del día para compartirlas con él. Antes estaba en su zona de confort.

Aldana – Cuando tomamos la decisión, no fue porque tuvimos un hecho traumático en nuestras vidas. Sino porque sabíamos lo que no queríamos de ellas. No queríamos irnos a dormir todas las noches sin nada para recordar, no queríamos tener a Tahiel y no tener tiempo para estar con él, no queríamos esperar el fin de semana desesperados para hacer lo que nos gustara, no queríamos esperar a los quince días de vacaciones para irnos de viaje. Queríamos manejar nuestros tiempos y disfrutar de otra manera.



Vivir Viajando



Aunque su sueño haya siempre sido viajar, las cosas no son todas color de rosa. Dino cuenta que, durante el primer viaje, tuvo largos días angustiado, rodeado de crisis existenciales. Lo cierto es que, para el contexto en el que ambos habían sido criados, se suponía que a esa edad tenías que tener “la vida hecha” y romper con el Status Quo es mucho más difícil porque hay más cosas por perder. “Yo me fui en mayo y cumplí 40 en agosto. Y cuando yo volvía a Argentina con 42, 43 ¿a qué iba? Ya metí un pie en el abismo, me falta que este el otro y bueno y ella tirando sola porque yo me angustiaba. A mí me costó muchísimo asumir la nueva realidad. Claro, porque el cerebro sigue siendo cuadrado. Como digo yo, ítalo español judeo cristiano, un cubo, la culpa”, recuerda el mago.


La pareja también destaca que hoy, gracias a Internet y la globalización, es mucho más fácil vivir viajando, ya que con una notebook o una tablet podés trabajar desde cualquier lado. Además, la oferta laboral para vivir de esta forma es mucho más grande que años atrás. Resaltan que aún sin capacitación, si se quiere, podés viajar hasta limpiando vidrios.


Aldana pone el acento en que vivir viajando no es para todos. Como agrega Dino, no es irse de vacaciones.Trabajar en el camino, escribir en el blog, hacer dedo un día de 40 grados o llegar a la casa de un Couch y que te reciba con una fiesta, cuando lo que querés es dormir, son cosas que vuelven a un viaje agotador. El CouchSurffing es una forma de alojarte con una persona local, sin tener que pagar a cambio. El objetivo es, principalmente, el intercambio cultural. Aunque no existe obligación por parte del Couch de ofrecer otro servicio más que el alojamiento, muchos van más allá y hasta organizan fiestas de bienvenida, como les pasó a ellos:


Aldana – Perry, un chico taiwanés que vivía en el norte de Chile, trabajaba en la zona franca de Iquique, nos recibió. Llegábamos a dedo, más tarde de lo pensado porque obviamente a dedo no sabes cuando vas a llegar. Lo único que queríamos era bañarnos e irnos a dormir, y cuando llegamos había organizado una fiesta con todos sus amigos, con comida taiwanesa para recibirnos. Esta buenísimo, re buena onda, pero no dábamos más.



Magia En El Camino


La primera experiencia con un blog, la tuvieron en 2007. En aquella época surgían los primeros BlogSpot, y ellos lo aprovecharon para divertirse y contarle a conocidos cómo iban los preparatorios para su casamiento, y después la luna de miel. Le pusieron “Porque tenemos banda ancha”, porque con DialUp nunca hubiesen podido tener un blog. En su luna de miel lo usaban para no tener que contarle a todos los familiares uno por uno en qué andaban, pero de a poco fueron llegando comentarios de gente que no los conocía y que los leía.

Cuando empezaron el primer viaje sin fecha de retorno, armaron un blog con el mismo objetivo, y así surgió“Magia en el Camino”. Era la magia del camino, de todo lo que iban a descubrir viajando. La magia que significa de por si viajar, de encontrarte con alguien que no conocés, de cruzarte con la solidaridad espontánea de la gente. Y por otro lado, la magia que iba a ser una herramienta de financiamiento para ellos.


Brasil, fue el primer país donde hicieron magia y donde empezó a surgir como herramienta de conexión y proyecto social propiamente dicho. Si bien hicieron magia en alguna escuela en Tailandia, en trenes en Rusia. Como proyecto social se llevó a cabo en Latinoamérica. Viajaron desde Argentina a Venezuela a dedo regalando magia, con el objetivo de devolver un poco todo lo que ellos estaban viviendo. “Le contábamos a los chicos de Latinoamérica como es el resto del mundo. Les mostrábamos fotos de Mongolia, de Rusia, de china, les contábamos cómo la gente come. Porque nosotros cuando estuvimos en Brasil, veíamos como, cuando nombrábamos china o Mongolia, los ojos de los nenes se agrandaban. Y decíamos: si con solo nombrárselos mira cómo se ponen, imagínate mostrándole fotos”, relata Dino con emoción en los ojos. “Íbamos adaptando la charla de a cuerdo a la edad de los chicos. Las de la universidad eran las más interesantes porque podías tocar temas más relacionados con la actualidad mundial que con los más chicos no tenía sentido tocar”, agrega Aldana.




Familia viajera


¿Cómo fue incorporar a Tahiel en los viajes?

Aldana – La experiencia de los 7 meses con él fue por un lado muy linda, porque la pasamos bien e hicimos cosas súper interesantes. Pero por otro lado fue muy agotadora, porque anosotros nos costó cambiar el chip de que ya no podíamos hacer lo que hacíamos antes, ahora estaba el. Había que respetar sus horarios, de comida, de siesta.

Dino – También fue muy estresante, porque lo que antes para nosotros era una cosa re linda como ¿dónde dormiremos hoy?, cuando yo ya no tenía resuelto donde íbamos a dormir estando con él a mí no me producía mucho placer. Una vuelta llegamos al aeropuerto de Milán, se nos complicó y todos los mochileros estaban acomodándose para dormir en el aeropuerto, y nosotros no podíamos. Porque yo no puedo quedarme dormido y que Tahiel se despierte y empiece a caminar por ahí. Entonces a mí me estresaba eso.

¿Piensan en la escolarización o está muy lejos?

Aldana – A veces lo pensamos, y nos lo planteamos. A veces decimos que falta mucho y no lo queremos ni pensar. Nuestra idea seria lograr un equilibrio entre estar acá y viajar. Hay un post que escribí que se llama “Encontrar la respuesta en un cartel” y habla un poco de que lo mejor que le podemos dar a nuestros hijos es raíces y alas.Raíces, no en cuanto a lo territorial, lo que llamaríamos la argentinidad. Y las alas, no las tiene en cuenta solo con viajar. Sino que, en cuanto a las raíces habla mucho de las relaciones humanas y las alas de hacer lo que realmente tenés ganas de hacer. Nosotros queremos lograr a Tahiel darle eso. Y creemos, sobre todo yo, que lo bueno es encontrar un equilibrio entre estar acá y viajar. Si cuando el empiece la primaria nos toca estar siete meses afuera, hará educación a distancia. Cuando vuelva, irá un colegio los meses que esté acá. Esa es como nuestra idea.



Los viajes


A la hora de tomar un avión, a ella no le puede faltar nunca un cuaderno, la computadora y una cámara. Claro, mientras viaja por el mundo, ella es periodista freelance y escribe en el blog. Y al mago, por supuesto, nunca le puede faltar su valija de magia. Sin ella se siente como desnudo.


¿Cuál fue el lugar que más los sorprendió?


Dino – India es un país que te sacude bastante. Mongolia te da vuelta un poco la cabeza por como la gente se mantiene viviendo como hace mil años. El lago Baikal en Rusia, porque ahí cumplí 40 años.

Intentando llegar a India, en una oficina ubicada en Bangkok, Tailandia, les dieron la negativa para la visa y se encontraron diciendo lo impensado: “Tenemos la plata juntada para irnos, no tenemos la visa para india, ¿A qué lugar del mundo querés ir?” Y decidieron ir a Sri Lanka, País que nunca se habían imaginado conocer.


Aldana – O sea, Sri Lanka no estaba ni en los planes. Él no sabía ni que existía, yo sabía que existía pero no estaba en mis planes. Y cuando llegamos, yo siempre digo que cuando uno no tiene muchas expectativas sobre lo que va a ver, en general, las sorpresas son mayores. Entonces, a mí me pasó que en Sri Lanka, hay una palabra que es “serendipiti” que significa que algo te asombra, te encanta y lo descubriste de casualidad. Con Sri Lanka sentimos eso.



¿Qué lugar les queda por conocer?


Dino – Hay una cosa que me pasó y es que , por suerte después de haber viajado mucho, no se si tengo tantas ganas de conocer lugares como de hacer cosas. No tengo mas ganas de ver templos, de ver iglesias. Quiero hacer el senderito hasta el monasterio en China. Quiero hacer el caminito nuevo que inauguraron en España, la ruta 66. Volver a bucear con Tahiel cuándo sea más grande, algún día cruzar el atlántico en un velero, me muero por hacer eso, ojalá con él.

Aldana – A mi me encantan las ciudades. Desde mi carrera de geógrafa, la geografía urbana siempre me tiro más. Hay dos ciudades que me gustaría conocer mucho: Tokio y Nueva York, por ser ciudades muy densas.

Dino – Yo quiero ir a Japón, pero a dedo. Quiero ir a Hiroshima, sentir estar ahí. Pero no quiero ir a Tokio, recorrer los tres o cuatro lugares y tomar un avión, para eso no voy. Quiero estar con los japoneses, viajar a dedo en sus autos, dormir en sus casas. Quiero volver a África con él.


En medio de la entrevista Tahiel empieza a dibujar. Le pregunto si le gusta viajar en avión y me contesta que si. Le pregunto a dónde, y su respuesta es España. “Cuando le mostrás un planisferio te dice que es el mundo de mamá, papá y Tahiel, y nosotros nos derretimos”, cuenta Aldana ¿Qué más se puede esperar de un nene que viajó casi toda su vida?

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Quien escribe

El título dice periodista, viajera y amante de las historias. También Lic. en Humanidades y Ciencias Sociales. Ciudadana del mundo y con ganas de ayudar al mundo. Fanática de viajar Low Cost  y los voluntariados.

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